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Decimos que se cae o se viene el mundo encima, cuando una persona sufre un gran disgusto o decepción, o se siente abrumado y profundamente deprimido por alguna desgracia. Ejemplo "Había bebido y cuando el guardia de tráfico me mandó parar se me vino el mundo encima".

La expresión tiene su origen en tradiciones mitológicas de la antigüedad. Algunos pueblos, como los celtas, vivían con el temor permanente de que el cielo cayera sobre sus cabezas. Taranis era el dios celta del trueno, la luz y el cielo; los druidas le dedicaban sacrificios humanos para calmarlo, pues cuando había tempestad aterrorizaba a las gentes que creían que el cielo les caería encima.

En general, nuestro mundo era visto como un árbol, y si ese árbol caía entonces el cielo también se caería. Los sajones veneraban el Irminsul, una especie de árbol en forma de pilar que según la leyenda conectaba el cielo y la tierra. Según cuenta J.M. Wallace en "El Occidente Bárbaro", Carlomagno ordenó talar el Irminsul en su intento de dominar a los germanos e imponerles el cristianismo. Las gentes paganas vieron entonces que con el árbol caído, el cielo seguía firme en su sitio.

La destrucción del Irminsul por Carlomagno, ilustración de Heinrich Leutemann (1882)

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